

Muchos pueblos de la antigüedad buscaron siempre
situar sus monumentos en importantes lugares de poder, verdaderas puertas
de acceso a las energías internas de la Tierra y de las estrellas;
lugares tal vez en los que la comunicación con esas fuerzas era posible
¿Pretendieron eso los constructores de catedrales? ¿Abrir puertas de acceso a
una realidad trascendente? .¿Inspiraron las remotas creencias de la antigüedad
a los constructores de las catedrales francesas?
Hubo una tradición ancestral que relacionó el culto a las estrellas con la veneración a diosas femeninas, un culto que nació junto al Nilo y que impregnó la cristianísima Edad Media.
Hubo una tradición ancestral que relacionó el culto a las estrellas con la veneración a diosas femeninas, un culto que nació junto al Nilo y que impregnó la cristianísima Edad Media.
En tiempos precristianos, los celtas tenían allí un altar
dedicado a la diosa madre de la mitología druídica, siendo esta zona un
importante centro religioso para la tribu celta de los carnutes. Más tarde a
partir del siglo XII Chartres se convirtió en un centro de veneración a la
Virgen María.
Otra de las cosas que la hace una catedral singular es el
laberinto dibujado en su pavimento y que data de 1205.
El sendero del laberinto representaba una peregrinación
simbólica que el peregrino debía recorrer a pie o de rodillas hasta la roseta
central.
El laberinto es un símbolo que aparece en multitud de
culturas como la egipcia, hindú, celta y la de los pueblos del Mediterráneo.
Algunos laberintos poseen un claro sendero que conduce hacia el centro donde
está la verdad, como es el caso del de Chartres.
En los últimos años las autoridades de la catedral también
han promovido un programa para descubrir el laberinto de forma regular todos
los viernes durante los meses de verano -por lo general desde Semana Santa
hasta Septiembre.
Aun así, este programa está siempre sujeto a cambios y
servicios especiales, como funerales y eventos dentro de la catedral, que
pueden provocar que el laberinto quede cubierto.
El laberinto de Chartres tiene 11 senderos anulares
delimitados por ocho barreras que giran hacia atrás y hacia delante en el
interior de los cuatro espacios creados por la cruz central. En la época de las
cruzadas estos laberintos eran usados como alternativa al viaje a Jerusalén por
los fieles que no podían desplazarse; podría decirse que eran una vía de
iniciación. Los amantes de los simbolismos destacan que este laberinto tiene
una longitud de 858 pies, que corresponde por simbología numérica a la palabra
griega muesis que precisamente significa iniciación.
La circunferencia del laberinto es de 131 pies, casi exactamente el mismo tamaño que el de la vidriera de la Rosa del Oeste. Curiosamente, el laberinto es la misma distancia desde la entrada oeste que la Rosa Oeste es desde el suelo – por lo que si la pared del oeste cayera hacia el interior, la rosa caería directamente en el laberinto.
La circunferencia del laberinto es de 131 pies, casi exactamente el mismo tamaño que el de la vidriera de la Rosa del Oeste. Curiosamente, el laberinto es la misma distancia desde la entrada oeste que la Rosa Oeste es desde el suelo – por lo que si la pared del oeste cayera hacia el interior, la rosa caería directamente en el laberinto.
Este templo se levanta sobre una vieja colina de la ciudad
en la que ya los antiguos galos y celtas llevaban a cabo rituales mágicos.
Tanto el exterior como el interior de la catedral dejan impresionado al
visitante. Dentro, la luz atraviesa las excepcionales vidrieras de colores,
donde predomina el rojo, amarillo, verde y, sobre todo, el famoso «azul de
Chartres», presente en casi cada uno de los 175 vitrales existentes.
Cada año, el 21 de junio, durante el solsticio de verano, un
rayo de Sol penetra a mediodía a través de un punto concreto practicado sobre
el vitral de «Saint-Apollinaire», e ilumina con enorme precisión una espiga de
metal brillante ligeramente dorado marcada sobre una piedra rectangular,
empotrada junto a al resto de losas, cuya blancura resalta de manera especial
sobre el matiz gris general del enlosado.
Se propone que nos preparemos en torno a un cuarzo, que es
la piedra que mejor conduce las energías telúricas, de forma que estemos de pie
e imaginándonos como un tubo que conecta el cielo con la tierra. Visualicemos
que la energía del cielo entre por nuestras cabezas hasta descender a la
tierra. De esta forma la gran energía del cielo y que necesita ser procesada
por la tierra, será equilibrada. Es importante que la energía la hagamos
descender, porque esa es ciertamente la que necesita ser equilibrada. Después
se puede coger el cuarzo y visualizar el laberinto de Chartres, hermanándose
con los que están allí, sintiendo amor y alegría.
Podemos realizar el rito preferentemente en lugares de poder
donde hayan existido o existen menhires, dólmenes etc. Pero es importante que
no se realice cerca de volcanes, ni en la playa. En todo caso en casa se puede
realizar.
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