martes, 21 de junio de 2011

Encuentro en la CATEDRAL DE CHARTRES

La monumental catedral de Chartres oculta tras sus muros historias que conectan el mundo de los antiguos druidas, el culto a la Diosa y el cristianismo. Se encuentra en una línea imaginaria que une Glastonbury, Stonehenge y las pirámides de Egipto. Es desde hace siglos uno de los símbolos del cristianismo francés.

No obstante, antes de que llegara el cristianismo al emplazamiento en el que se encuentra la catedral, éste ya era un lugar muy importante dentro del sistema de creencias pagano. Sus raíces legendarias proceden de la época en la que los druidas, sacerdotes celtas de Gran Bretaña y la Galia, celebraban sus ritos sagrados aquí. La región de Chartres fue altamente influenciada por los Carnutes, un pueblo galo que contaba con una amplia asamblea de druidas. Fueron mencionados por Cayo Julio César y Livio, que recogen algunas de las legendarias tradiciones de los carnutes. Chartres fue levantada hacia 1220 y consagrada  desde su mismo  comienzo a la Virgen. Fue un curioso momento de la historia de Francia  ese en que el culto a la virgen emergió de pronto, con un poder inusitado  Sólo en el condado de Champaña se erigieron un conjunto de catedrales cuya disposición sobre el mapa recordaba la forma del rombo central de la constelación de Virgo. Aquello no parecía  ser obra de la casualidad  y  Louis Charpentier razonaba:    «Si superponemos a las estrellas los nombres de las ciudades donde se hallaban esas catedrales, la Espiga de la Virgen (estrella Spica) sería Reims; Gamma, Chartres; Zeta, Amiens; Epsilon, Bayeaux En las estrellas menores encontramos Évreux, Étampes, Laon, todas las ciudades con Nuestra Señora de la buena época».



Muchos pueblos de la antigüedad  buscaron siempre situar sus monumentos en  importantes lugares de poder, verdaderas puertas de acceso a las energías internas de  la Tierra y de las estrellas; lugares tal vez en los que la comunicación con esas  fuerzas era posible ¿Pretendieron eso los constructores de catedrales? ¿Abrir puertas de acceso a una realidad trascendente? .¿Inspiraron las remotas creencias de la antigüedad a los constructores de las catedrales francesas?
Hubo una tradición ancestral que relacionó el culto a las estrellas con la veneración a diosas femeninas, un culto que nació junto al Nilo y que impregnó la cristianísima Edad Media.

En tiempos precristianos, los celtas tenían allí un altar dedicado a la diosa madre de la mitología druídica, siendo esta zona un importante centro religioso para la tribu celta de los carnutes. Más tarde a partir del siglo XII Chartres se convirtió en un centro de veneración a la Virgen María.
Otra de las cosas que la hace una catedral singular es el laberinto dibujado en su pavimento y que data de 1205.
El sendero del laberinto representaba una peregrinación simbólica que el peregrino debía recorrer a pie o de rodillas hasta la roseta central.

El laberinto es un símbolo que aparece en multitud de culturas como la egipcia, hindú, celta y la de los pueblos del Mediterráneo. Algunos laberintos poseen un claro sendero que conduce hacia el centro donde está la verdad, como es el caso del de Chartres.

En los últimos años las autoridades de la catedral también han promovido un programa para descubrir el laberinto de forma regular todos los viernes durante los meses de verano -por lo general desde Semana Santa hasta Septiembre.
Aun así, este programa está siempre sujeto a cambios y servicios especiales, como funerales y eventos dentro de la catedral, que pueden provocar que el laberinto quede cubierto.
Resumiendo, el mejor consejo es ir un viernes durante el verano, y si es posible, intentar llegar temprano, antes de que las multitudes en los autobuses turísticos lleguen, o de otra manera por la tarde cuando se marchan y la catedral está un poco más vacía, pero hay que tener en cuenta que encontrar el laberinto descubierto nunca está garantizado.

El laberinto de Chartres  tiene 11 senderos anulares delimitados por ocho barreras que giran hacia atrás y hacia delante en el interior de los cuatro espacios creados por la cruz central. En la época de las cruzadas estos laberintos eran usados como alternativa al viaje a Jerusalén por los fieles que no podían desplazarse; podría decirse que eran una vía de iniciación. Los amantes de los simbolismos destacan que este laberinto tiene una longitud de 858 pies, que corresponde por simbología numérica a la palabra griega muesis que precisamente significa iniciación.
La circunferencia del laberinto es de 131 pies, casi exactamente el mismo tamaño que el de la vidriera de la Rosa del Oeste. Curiosamente, el laberinto es la misma distancia desde  la entrada oeste que  la Rosa Oeste es desde el suelo – por lo que si la pared del oeste cayera hacia el interior, la rosa caería directamente en el laberinto.



Este templo se levanta sobre una vieja colina de la ciudad en la que ya los antiguos galos y celtas llevaban a cabo rituales mágicos. Tanto el exterior como el interior de la catedral dejan impresionado al visitante. Dentro, la luz atraviesa las excepcionales vidrieras de colores, donde predomina el rojo, amarillo, verde y, sobre todo, el famoso «azul de Chartres», presente en casi cada uno de los 175 vitrales existentes.

Cada año, el 21 de junio, durante el solsticio de verano, un rayo de Sol penetra a mediodía a través de un punto concreto practicado sobre el vitral de «Saint-Apollinaire», e ilumina con enorme precisión una espiga de metal brillante ligeramente dorado marcada sobre una piedra rectangular, empotrada junto a al resto de losas, cuya blancura resalta de manera especial sobre el matiz gris general del enlosado.


Se propone que nos preparemos en torno a un cuarzo, que es la piedra que mejor conduce las energías telúricas, de forma que estemos de pie e imaginándonos como un tubo que conecta el cielo con la tierra. Visualicemos que la energía del cielo entre por nuestras cabezas hasta descender a la tierra. De esta forma la gran energía del cielo y que necesita ser procesada por la tierra, será equilibrada. Es importante que la energía la hagamos descender, porque esa es ciertamente la que necesita ser equilibrada. Después se puede coger el cuarzo y visualizar el laberinto de Chartres, hermanándose con los que están allí, sintiendo amor y alegría.
Podemos realizar el rito preferentemente en lugares de poder donde hayan existido o existen menhires, dólmenes etc. Pero es importante que no se realice cerca de volcanes, ni en la playa. En todo caso en casa se puede realizar.













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